martes, 12 de octubre de 2010

PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LA FRANCMASONERÍA EN COLOMBIA

VICTOR HUGO VALLEJO
Muy Respetable Gran Maestro Gran Logia Occidental de Colombia
No deja de ser demasiado ambicioso el nombre de esta charla, como que puede representar el poner en escena todo el panorama completo de la Orden en nuestro medio. En justificación debemos decir que fue un pretexto para contextualizar en debida forma lo que pretendemos plantear, que toca más con el futuro de la Institución que con cualquier otra circunstancia.

La parte histórica que se va a citar con toda seguridad es incompleta y no tiene pretensiones científicas, ni siquiera de mera reseña objetiva, apenas si alcanza la ausencia de conocimiento de citas aisladas que refieren situaciones puntuales que pueden ser tomadas como lugares desde los cuales se aprecian posibilidades de inventarios.

Puede servir como punto de inquietudes para quienes tengan interés en profundizar en los textos de historia de la Masonería nacional, que los hay de alta calidad, como fruto de serios trabajos que han realizado Hermanos a quienes les ha sobrado ambición para no dejar en el olvido una actividad que depende del nivel de voluntad y dedicación de quienes la integran.

Lo que se relaciona con el presente de la Orden de algún modo es la visión que el suscrito tiene de ella, conforme al conocimiento que ha podido captar en la medida del acercamiento que debería ser más intenso entre todas las Logias del país, si se quiere darle una medida de universalidad, al menos nacional, de lo que somos, como que a veces se tiene la sensación de ser Masón de Logia, pero no del mundo.

En cuanto corresponde con el futuro tiene, como en todos los casos, mucho de especulativo, ya que es la visión que se propone, pero en cuya realización bien pueden influir factores que contribuyan a lo que se formula o sencillamente desvirtúan los deseos, que en no pocas ocasiones no logran coincidir con la realidad. El propósito central es generar discusión, debate, para que no nos tome el futuro con métodos inadecuados y posibilidades nada cercanas a un desarrollo sostenido.

Sin que esto implique la intención de quien escribe de curarse en salud o no quedarse solo con la autoría de los despropósitos que aquí puedan aparecer, en este aspecto se recogen una gran cantidad de reflexiones que se han hecho en eventos, en reuniones de Masones, en observaciones de diferentes ensayos y en el ánimo que puede palparse cuando se conoce el pensamiento de quienes recien llegan a la Institución.

El debate apenas empieza, y como en el poema de Jorge Zalamea se espera que la audiencia sea grande para que la discusión sea enriquecedora, con la única solicitud de que haya mentes abiertas, razones fundadas y espíritu de consolidación de unas ideas y una filosofía en la que creemos y hemos jurado mantener. Todo debe ser en bien general de la Orden.

EL PASADO

La Masonería nunca ha sido partidaria de la Monarquía. La ha combatido y por supuesto esa lucha le ha generado la condena y la persecución de los poderosos, quienes con el argumento de obtener el poder de parte divina, siempre se creyeron amos y señores imperturbables, teniendo a nuestros Hermanos de antes como unos usurpadores, por encima de defensores de la razón, que finalmente es la que defiende la posibilidad del manejo de la autoridad por méritos, antes que por decisiones no explicadas, ni mucho menos por herencias no merecidas.

Cuando los españoles y portugueses llegaron a lo que ahora se conoce como América, vinieron con todos sus defectos y virtudes, más de los primeros que de las segundas. Trajeron consigo los lastres políticos y sociales que ellos mismos estaban sufriendo por largos años, lo que de alguna manera les daba la convicción de inmodificables. Las monarquías europeas tenían indudable enfrentamiento con los Masones, a quienes perseguían para entonces y trataban de exterminar, con métodos físicos, económicos y espirituales. Eso se trajo a nuestras tierras. No podía haber muchas esperanzas de que la cultura europea llegase con las ventajas de lo mejor, sino con las posibilidades de lo peor, que era básicamente el enriquecimiento mediante el apoderamiento de bienes ajenos, que patentaron como suyos mediante decisiones eminentemente religiosas, implantando la propiedad privada sobre lo que antes era colectivo y constituía economía sólida con base en el esfuerzo comunitario, con la mentalidad del bien común, por encima del beneficio individual.
La Masonería era una perseguida para entonces, cuando comienzan los desembarcos de europeos en éstas tierras, a las que llegan inicialmente por equivocación y de las que se apoderan por ambición desmedida, usando de manera efectiva un proceso de aculturación y desdibujamiento de lo que ya existía como valores, que si bien no eran coincidentes con los de ellos, eran cualidades cuya evaluación aún se le debe a la historiografía actual. En lo que trajeron inicialmente no podían incluirse el de ser libres y de buenas costumbres. Lo primero no era su propósito y lo segundo estaba lejos de su manera de ser, so pena de perder el viaje después de tantos días de navegación por mares desconocidos, en los que no fueron pocos los que perdieron la vida.

El descubrimiento y la colonia, en su casi totalidad, no tienen historia en cuanto lo que corresponde con nuestra augusta institución. Un instrumento esencial de la colonia es la ignorancia. La mejor manera de someter al otro, es impidiéndole conocer aquello que lo puede liberar. De ahí porque la educación es la mejor manera de no heredar las circunstancias de opresión y desigualdad.

Cuando los criollos comienzan a viajar a Europa se encuentran con un desarrollo inmenso del conocimiento humano, teniendo la ventaja de observar el enciclopedismo en su apogeo, cuando los tiempos oscuros del dominio dogmático comienzan a ceder. De alguna manera la enciclopedia es fruto del trabajo de las Logias y de los Masones. Desde los Talleres se comienza a construir el edificio de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Algunos de esos criollos tienen, al menos, acercamiento con la Masonería, aunque por temor o protección de sus intereses, ya que casi todos tenían el cuidado de conservar sus ventajas de ser descendientes de los colonizadores, o a las posibles persecuciones, que también conocieron, al regresar poca o ninguna manifestación hacían de ello. Les quedaron las inquietudes que fueron desarrolladas más adelante.

No era fácil ser Masón cuando sobre la conciencia y los actos dominantes de los hombres pesaban bulas papales como la de Alejandro XII, que prácticamente autorizaba el asesinato justificado de quien lo fuera, con el aditamento de la legalización de decisiones de este orden por parte de los gobernantes civiles, como el rey Fernando V. El paso de los tiempos no daba tregua y Benedicto XIV pasa a la ofensiva para perseguir a los Hermanos, lo cual sucede en 1751, año en el cual el Rey Fernando VI ordena por completo el exterminio en todas sus tierras, en las que se incluían las que llamaron posteriormente América. Para que hubiese factor de convicción de que la persecución era en serio, le entregaron la misión de juicio a los Masones al Santo Tribunal de la Inquisición.

En París para 1758 se crea una organización masónica con visos de lo que es el Escocismo. De su seno sale la autorización para que el Hermano Esteban Morin funde instituciones masónicas en América. En 1763 funda la Logia Perfecta Armonía, en Santo Domingo, República Dominicana y en 1770 crea en Kingston, Jamaica, el primer gran Capitulo del Real Arco, con 25 grados. Son semillas no muy bien organizadas desde las cuales germinan movimientos que se van expandiendo por las tierras americanas y deben ser tomadas en cuenta como antecedentes de lo nuestro. Son especies de Consejos Escocistas los que otorgan cartas patentes a las Logias, abandonando un tanto la idea original de Londres en 1717 de que esta sería tarea de las Grandes Logias.
A finales del siglo XVIII se organizan en Santa Fé de Bogotá las primeras Logias. Hacia 1793 don Antonio Nariño y Alvarez lidera “El arcano sublime de la filantropía”, que aún hoy muchos historiadores apenas si lo entienden como una especie de centro literario o de estudios. La intelectualidad santafereña era la visitante de esta Logia. Por allí estuvieron José Antonio Ricaurte y Riguero, José María Lozano y Manrique, José Luis Azuola, Luis Eduardo Azuola, Esteban Ricaurte Muñoz, Francisco Antonio Zea, el canónigo Francisco Tovar, José Joaquin Camacho y Lago, Pedro Fermín Vargas y otros.
En 1808 se funda en Cartagena de Indias la Logia “Las tres virtudes teologales”, con carta patente expedida por la Gran Logia Provincial de Jamaica. Se convirtió en el centro donde se expusieron las ideas que llevaron al primer grito de independencia en lo que hoy es nuestro país el 11 de noviembre de 1811. En esta Logia estuvieron Hermanos como José María García de Toledo, José Fernández Madrid, Joaquin Villamil y Canabal, Juan Neponuceno Berrueco, Manuel Rodriguez Torices, el presbítero Juan Fernández de Sotomayor y Picón, entre otros. Cuando Pablo Morillo domina la ciudad, reinstala el Tribunal de la Santa Inquisición y fácil es imaginar la suerte de nuestros Hermanos, quienes cuando contaron con buena suerte pudieron permanecer escondidos. En 1821, liberada la ciudad, se restablecen los trabajos en Logia.
Cumplida la independencia de la Nueva Granada, luego de los combates del Pantano de Vargas y Boyacá, se crea en Santa Fé la Logia “Los corazones sensibles” de la que hacía parte Francisco de Paula Santander. Luego cambiará de nombre a “Luz de Colombia # 1” y más adelante y definitivamente “Fraternidad bogotana # 1”.
En la primera mitad del siglo XIX funcionan varias Logias regulares y otras no tanto, especialmente en Santa Fé de Bogotá.

Mediante decreto de noviembre 8 de 1828 el presidente Simón Bolívar prohibe las reuniones de “sociedades y confraternidades secretas”, para darle un nombre eufemístico a la Masonería. Es persecución oficial, como producto de los hechos de la denominada conspiración septembrina, en la que se vieron envueltos hermanos reconocidos como el caso de don Florentino González, un bolivariano convencido hasta cuando a nuestro Libertador lo tentaron las ideas monárquicas y los deseos de poder absoluto.

El 9 de junio de 1833 se constituyó en Cartagena El Supremo Consejo Neogranadino, con el concurso de masones ingleses y jamaiquinos.

A pesar de que el General Santander deroga el decreto bolivariano, la Masonería bogotana solamente renace de manera regular y con trabajos periódicos para 1849, cuando se crea la Logia “Estrella del Tequendama”.

El 3 de junio de 1864 el general Tomás Cipriano de Mosquera funda un segundo Consejo Supremo que denomina Gran Oriente Central Colombiano. Hubo necesidad de un tratado de paz y amistad en 1870 para evitar conflictos entre los dos Consejos. La Masonería colombiana vuelve a entrar en sueños en 1888 cuando Rafael Nuñez la persigue acervamente. Renace para noviembre 18 de 1911 cuando se crea el Supremo Consejo Central colombiano con sede en Bogotá. En 1928 se fusionan los dos grandes Consejo Supremos, órganos escocistas antes que simbólicos. Las logias Siglo XIX # 24 de Barranquilla y Propagadores de la Luz # 53 de Bogotá, reclamaron su derecho a pertenecer a Grandes Logias, antes que a Supremos Consejos. Esto sucede para 1917. Para cumplir con los requisitos numéricos de Gran Logia se dividen en otras Logias.

El Supremo Consejo autoriza la creación de Grandes Logias en 1917: con la Siglo XIX de Barranquilla, que se divide en tres Logias: La Triple Alianza # 2 y la Estrella del Caribe # 3, con la Libertad # 54 de Calamar, se forma la Gran Logia, que se separa y enfrenta al Supremo Consejo y en 1918 asume la asociación de todas las Logias colombianas, con el nombre de Gran Logia Nacional de Colombia con sede en Barranquilla.
El primero de enero de 1920, se constituyó la Serenísima Gran Logia Nacional de Colombia con sede en Cartagena de Indias. En 1921 las dos Grandes Logias hacen un Tratado de Paz y Amistad y se dividen el territorio Nacional. El 19 de febrero de 1922 se crea La Gran Logia de la República de Colombia, con sede en Bogotá. El 23 de febrero de 1935 se crea la Gran Logia Occidental de Colombia, desprendiéndose de la Serenísima Gran Logia Nacional de Colombia.
La armonía regresó a los trabajos aunque no se detiene el ánimo divisionista, que de alguna manera aún se palpa. Digamos que como característica general de las Logias que antecedieron en nuestra Historia, eran compuestas por quienes de alguna manera se consideraban los hombres más distinguidos de sus núcleos sociales, en lo que de alguna manera pesaba bastante la condición económica de los aspirantes, por lo que bien puede considerarse que era requisito casi indispensable el ser rico para poder ingresar a la Orden. Sobre la materia la discusión puede ser muy profunda, pero es una realidad que negándola en nada contribuimos al análisis que nos tiene que servir de punto de apoyo para lo que debe ser la Masonería de mañana. En los países desarrollados esta característica se sigue dando para muchas organizaciones masónicas, como que en ellas la democracia rige, pero con distinciones. Es una democracia censitaria, que permite desarrollos diferentes y que de alguna manera le da fortaleza a la Orden en muchos aspectos.